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Historia


    Porto do Son es el municipio más grande de la comarca del Barbanza con casi 95 km de superficie. Etimológicamente y según los estudios del Padre Manuel Rodríguez Pazos, se utilizaba el término Porto de Oçon en  documentos del siglo XV. Poco después, en 1588 en mapas de la época como los que aparecen en la obra "Theatrum Orbis Terrarum" aparece citada como Doçon. Más adelante, en 1632 y 1696 sigue siendo denominado de esta forma en el Atlas de Mercátor y en el mapa de Giacomo Cantelli da Vignola respectivamente.
   Se dice popularmente que los primeros habitantes de esta zona tenían miedo al mar y por eso comenzaron a construir la villa en un lugar  llamado o Outeiro, al pie del monte Dordo. Los celtas dejaron en Porto do Son uno de los castros gallegos más vistosos de Galicia: el castro de Baroña. Eran pueblos de un respetable avance cultural, sobre todo en pesca y agricultura. En la pesca utilizaban redes e instrumentos bien inventados por ellos o importados de otras culturas que aún se utilizan actualmente. Empleaban la salazón de pescado, aunque la sal no era marina sino de origen mineral, tanto para consumo propio como para intercambios con otras comunidades; no cultivaban el vino aunque lo importaban y disponían de una bebida parecida a la cerveza denominada "zythos" realizada con cereales. El aceite era desconocido para ellos y lo sustituían por manteca o grasa de pescado mientras el pan lo hacían con  harina de bellota.
  Para la pesca empleaban pequeñas embarcaciones, algunas fabricadas de cuero y con el tiempo llegaron a fabricar pequeños bajeles arbolados hechos con troncos.
En la parroquia de Baroña, además del castro, aparecieron varias mámoas y en la cueva conocida como Cova de Fonforrón se encontraron útiles de la época además de haber sido al parecer una mina de estaño.
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PORTO DO SON
 Los romanos dejaron dos importantes calzadas. Según el libro de José Barreiro Barral una partía desde la aldea de Bemil, cerca de Caldas de Reis, llegaba por Catoira al rio Ulla y continuaba en la margen opuesta por la parroquia de Asados, Taragoña y Bealo, donde comenzaba el ascenso a los montes de Barbanza por la parroquia de San Andrés de  Curés, y de allí bajaba a Nebra, donde se bifurcaba para orientar un ramal al castro de Baroña, y el otro hacia Portus sinum  (Portosín). El ramal que se dirigía a Baroña, pasaba por las aldeas de Torón y Montemuiño, y atravesando la parroquia de Baroña bajaba al Castro, con una longitud de 195 estadios, que es la distancia que mediaba entre Aquis Celenis y Vicus Spacorum, según el Itinerario de Antonino.
  Más tarde se construyó la otra calzada de circunvalación a la  península de Barbanza, que enlazaba los pueblos y aldeas del litoral (oppidums y castras), con arranque en la “Per Locca Maritima” en Iria Flavia, y pasaba por Dodro, Taragoña (donde se cruzaba con la  anterior), y seguía luego por Boiro, Escarabote, La Puebla y Ribeira, donde se revolvía para dirigirse por Oleiros, Xuño, Caamaño y Queiruga, para cruzarse nuevamente con la anterior a la altura del castro, y de allí bajaba a la Arnela para remontar en el Son y continuar por Noal  hacia Portosín, y luego por la Chainza, se dirigía a Novium que era un oppidum emplazado en la margen izquierda del Tambre y un poco las abajo del puente Nafonso, ya que la Noya actual aun no existía.
 Otros restos romanos los tenemos en Portosín, donde posiblemente  existiese una villa y puerto romanos, si atendemos a los restos de  bellos mosaicos que se conservan. Se encontraron también aras y lápidas funerarias como la llamada lt Rufinus Sieliensis que se conserva en la iglesia parroquial de San Esteban de Queiruga. Esta lápida nos habla de la posible existencia de un pueblo en algún punto de la parroquia de Queiruga y que se llamaría Seila, Seima o Seiras. Otros autores localizan este pueblo en Portugal, cerca de la villa de Thomar (Fermín Bouza Brey) mientras Barros Sibelo la sitúa entre la desembocadura del río Xallas y el puerto de Corcubión.
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