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O boi muxidor


   En una laguna que hay en un lugar llamado Reirís, perteneciente al  ayuntamiento de Santa Eugenia de Riveira, dícese que fue sumergida una  antigua ciudad. Varias leyendas nos cuentan acerca de ella; una de ellas  es la conocida por “O boi bruón”, o sea “El buey mugidor” que hoy voy a  relataros.
  Algunas veces al pasar cerca de la laguna de Carregal  pueden oírse los bramidos, más que mugidos, de un buey colosal que  parece estar sumergido bajo las aguas; y aún se cuenta que en la  superficie pueden verse unas burbujas como un ligero borbollar, como si  al respirar el animal saliera a la superficie el aire expulsado por sus  potentes pulmones.
  Cuéntase que allá por tiempos muy remotos,  había en aquel lugar un palacio real, y alrededor de él, las casitas de  los siervos; y llamábase aquella población la ciudad de Reirís.
Toda  la gente quería mucho a la hija del rey, que era muy sabia, buena y  hermosa. Ella ayudaba a los pobres y dábales de comer, no de las sobras  de las comidas del palacio, sino de los mismos manjares que para las  gentes del palacio se cocinaban. Y atendía y ayudaba a los enfermos; y  enseñaba a los niños muchas cosas, como cuentos, adivinanzas y juegos.
   El invierno era muy frío y de muchas nieblas y heladas; y un día de  aquellos de muy crudo invierno, llegó al palacio del rey un moro muy  bien portado, pero que iba aterido por el frío. Y la hija del rey se  apiadó de él y le dijo que entrara y que se calentara al fuego de su  chimenea, en la cual ardía una buena fogata de leña de carballo. Y  después le dio de comer y de beber.
  Aquel moro se enamoró de la  princesa y le dijo que quería casarse con ella porque, además de  lindísima, tenía muy buen corazón. Pero el rey repuso que no quería nada  con moros, que eran gentiles y mágicos, y que su hija se guardaba para  un príncipe que fuese blanco y rubio como ella y que fuese también leal y  valiente y supiese manejar la espada y la lanza, sin usar de ardides  ruines ni de encantamientos.
  Tomó muy a mal el moro esta respuesta; pero dijo que también quería saber lo que la princesita decía de todo aquello.
   Y la princesita le replicó que una cosa era ayudar a quien lo  precisara sin mirar quien era, y otra entregarse sin amor a un hombre  que ni por alcurnia, ni por la gentileza, era para emparejarse con ella.  Porque la verdad es que aquel moro ni siquiera era joven.
  -¡Os arrepentiréis! – bramó el moro irritado. Y con la misma se levantó y salió del palacio.
  Pero entonces empezó a temblar la tierra y el palacio a moverse como  los árboles cuando sopla el viento fuerte; y toda la gente, horrorizada y  llena de miedo huía. Y en la pequeña ciudad también la gente huía  empavorecida porque las casas se derrumbaban y las fuentes brotaban tan  enorme caudal de agua, que corría por las calles como los grandes  arroyos originados por las grandes lluvias de invierno.
   Y el rey  al huir con su hija en un caballo vio que el moro contemplaba desde un  peñasco que había en una altura del monte toda aquella ruina y se reía  de todo aquel mal que había provocado como una burla cruel para vengarse  de ellos. Y entonces el rey empuñó la espada y dirigió su caballo a  todo galope hacia el moro, que, con el gozo de lo que veía, estaba  despreocupado. Pero, cuando oyó el galopar del corcel, sintió miedo y  pretendió huir; y como ya no era joven, no podía correr y entonces se  convirtió en toro; pero el rey con su caballo le fue atajando todas las  vueltas e, impidiéndole las salidas, y le obligó a ir hacia la ciudad ya  medio sumergida. Y la princesa, arrojando sus joyas a la laguna cuando  iba cubriendo las ruinas de la ciudad, pidió ayuda a sus buenas hadas  diciendo:
  -¡Ayuda os pido mis buenas hadas! ¡Que ese moro  traidor y malvado no salga jamás de las ruinas y de las aguas que causó  con su maldad y que pene para siempre en lo más hondo del lago!
    El moro, sin perder la figura de toro fue sumergiéndose en el agua y  empezó a dar grandes saltos para tratar de escapar; pero, en vez de  salir afuera de la laguna, más y más se metía en ella hasta que,  bramando de pavor desapareció entre las aguas.
   El rey, la  princesa y la gente toda, que afortunadamente pudo salvarse de aquella  destrucción fuéronse de allí con sentimiento por los bienes perdidos,  puesto que dejaban cuanto habían tenido.
   Pero asentaron en otro  lugar y pronto establecieron una nueva ciudad, aun cuando no se sabe con  certeza cuál es de las villas que existen en los alrededores de la  laguna.
   Y por lo que hemos narrado, dícese que se oye en ciertos  días cómo sale de aquellas aguas el bramido del toro en ellas sumergido.

“A este leyenda de refiere el licenciado Molina en su libro Descripción del Reino de Galicia publicado en el año 1550”.


   Existen Diversas historias sobre la ciudad de Valverde y de cómo fue  sumergida bajo las aguas. Las que he podido encontrar son las  siguientes:
• Laredo Verdejo (1981) reproduce la leyenda de una  dueña, princesa o sirena, hija del rey de la villa que allí existía, que  por liberar agua de un charco quedó hechizada. La marea sumergió la  villa y por mucho tiempo se escucharon los lamentos de la princesa como  las ondas del mar. Leyenda ésta muy extendida también en la Bretaña  francesa haciendo referencia a la ciudad de Keris, probablemente Reiriz  en Galicia, que también es un lugar de la parroquia de Olveira -Reirís aplicando el seseo de la zona.
•  Murguía (1888) afirmaba que lo que hubo en toda esta zona fue una gran  población lacustre, que vivía en palafitas, o construcciones hechas  sobre postes que existían en las orillas del mar, ríos o lagunas y que  fueron abundantes en Galicia pero que, segundo otros autores, quedaron  sumergidas por lluvias continuas y cambios climáticos. Muchos estudiosos  descartan estas creencias por no existir restos, y otros relacionan los  hórreos actuales con la herencia de las antiguas edificaciones. De  hecho, en la creencia popular aún se piensa que cuando la marea baja se  pueden ver restos de vigas y postes de una piedra con argollas de  bronce, jiras de la antigua Valverde. Muy cerca, asegura Murguía, existe  un Campo de Minas, donde están los restos del cementerio de la antigua  población lacustre (el cierto es que en el monte de la Cidá se  encontraron muchos restos arqueológicos).
• Fray Martiño Sarmiento, en su Viaje a Galicia (1754-1755)  relata:' (...) acaso el mar llegaba al puente de Santo Tomé, que hoy  está más o menos la una legua, que en la antedita ponte se ven argolas, a  las que amarraban los barcos... No es imposible que el mar llegara a  Santo Tomé, pues todo es bajare por el espacioso valle del Carregal. Hoy  hay a la orilla del mar unos montes de arena que le impiden al mar que  suba como antes subía (...) (...) Se dice en la zona sobre la  circunstancia del monte de la Cidá, que en la laguna del Carregal hubo  en tiempos una gran ciudad llamada Valverde y que se sumergió con el  mar. Yo creeré que se hubo tal ciudad, sería Artes, que está en el ala  del dicho monte y que con el tiempo se convirtió en una aldea (...).



Lenda do río Pedras


   San Mauro llegó al lugar en una barca de piedra (que se identifica  con una roza que hay al borde de las piscinas de unos cinco metros de  eslora) perseguido por los moros pero la providencia dispuso que según  el santo iba remontando el río, así lo iba llenando con cantos rodados  para obstaculizar el paso a sus perseguidores.
  Estos moros míticos  tenían en ese lugar un pozo sin fondo del que por veces salían  encantos. Hay más leyendas gallegas de barcos de piedra aparte de esta  San Xoán da Misarela, como la de la Virgen de la Barca de Muxía, la de  San Andrés de Teixido y la de la barca de piedra del Apóstol Santiago en  Padrón son las más conocidas.
  Estos moros míticos tenían en ese lugar un pozo sin fondo del que por veces salían encantos hasta que los truenos lo cegaron.


A cova da moura


   A Cova da Moura es una mámoa situada en la ladera norte del monte  Tállara (483 m.) en el lugar denominado "O Páramo", un pequeño puerto  por el que discurre un camino o paso natural que comunica la Sierra del  Barbanza con las tierras bajas de la ría de Muros y Noia.
   Perpetuando el carácter funerario de este lugar hasta nuestros días,  en las inmediaciones discurre el llamado "Camiño Sacramental" por donde  iban a enterrar a los difuntos a la iglesia de Argalo.
  Cuentan las  leyendas que una mora habitaba en este lugar y que en su interior había  un pozo encantado en el que aún pueden oírse algunos cantos. También se  cuenta que encierra un gran tesoro. La losa más grande que formaba el  techo fue robada en tiempos históricos.


Bibliografía:

http://www.sursum-corda-corrubedo.com/zona/cuentos
https://mitosyleyendasgallegas.wordpress.com/…/laguna-de-ca…
“Las leyendas tradicionales gallegas” de Leandro Carré Alvarellos.
“Lendas galegas de tradición oral” de X.M. González Reboredo


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